domingo, 9 de septiembre de 2007

Señor oye mi voz

Inspírame Señor, con toda tu alma,
para decir lo mucho que te quiero.
No callará mi boca, lo que mi corazón siente.

Están fuerte para mí, notar tu presencia viviente.
Ver como te acercas en una luz y me abrazas y dejas
En mí tu fuego ardiente.

Noté tu presencia al caminar.
Te escuchaba en las hojas secas.

En el canto de los arroyos que poco a poco se duermen,
Al mirar la luna nueva rodeada de hermosas perlas,
Que se encienden y se apagan,
Demostrando tu presencia.

También en el amanecer,
En el rocío que dejas. Viviente estás,
Siempre tú, aunque mis ojos no te vean.

Te percibo en el perfume de las flores
Y en el canto de los pájaros que pasan, se alejan
Y vuelven.

Eres todo para mí; abrigo que del cielo viene,
Refugio de mis alegrías, sostenedor de mis penas.
¡Déjame tocar tu cruz para liberar mis cadenas!

Gloria

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